Bromeaba hace un rato con unos amigos sobre los nombres de algunas posiciones que parecen estar proliferando en las empresas (no daré ejemplos porque la broma era inocente y no quiero que nadie la interprete mal). Pero de fondo quedaba una reflexión seria.
Cuando creas una estructura (una gerencia, una dirección, lo que sea) para cubrir una función debes tener claro que la función se volverá perpetua. Creado el órgano, inmortalizada la función.
Para ninguna función con las palabras «cambio» o «mejora» debería crearse una estructura. El cambio o la mejora nunca se reconocerán como terminados.
Especial gravedad tienen los casos en los que esos cambios deben afectar a toda la empresa. Los responsables de que ocurra lo que tenga que ocurrir son en ese caso todos los ejecutivos. Nombrar uno para hacerse cargo libera de la responsabilidad al resto y crea un chivo expiatorio. Da igual que insistas en que su labor es coordinar, hacer seguimiento, dinamizar… Los demás sentirán que el tema ya no es cosa suya y lo mirarán mal cuando no haya avance.
Una vez más, no pongo ejemplos para que nadie se sienta aludido… Empezando por mí, que en un par de ocasiones, en una vida pasada, tuve responsabilidades de ese estilo.