El mayor enemigo de la felicidad es nuestra fantasía sobre cuándo y cómo seremos felices.
Dedicamos mucho tiempo y esfuerzo a especular con cómo sería ser feliz y qué tiene que ocurrir en el futuro para alcanzar el bienestar.
Llegamos a conclusiones del tipo: seré feliz cuando tenga una casa en tal sitio; cuando tenga tanto dinero; cuando tenga pareja; cuando tenga hijos; cuando alcance tal promoción en la empresa; cuando mis hijos sean mayores…
Son mitos de la felicidad. Es fácil comprobar que se trata de mitos. Echa la vista atrás: ¿Cuántas veces acertaste? Si eres como la mayoría de nosotros, pocas. Pero no te lo tomes de forma personal. Tras veinte años de rigurosos estudios la psicología positiva ha demostrado que el ser humano es increíblemente malo prediciendo qué es lo que le hará feliz. Nuestros mecanismos para predecir nuestro bienestar se basan sobre todo en la comparación con lo que nos rodea en cada momento y eso nos conduce a errores de bulto. Además, estamos afectados por lo que se llama adaptación hedonista: en muy poco tiempo dejamos de apreciar aquello de lo que disfrutamos y no nos volvemos a dar cuenta de lo importante que es hasta que carecemos de ello.
El mejor camino al bienestar no es imaginar un futuro en el que todo aquello que creemos que nos hará felices está presente. Primero, porque lo más seguro es que nos estemos equivocando al predecir lo que nos hará felices. Segundo, porque es perfectamente posible que no lleguemos a ese futuro.
Necesitamos buscar el bienestar con nuestras decisiones de cada día. En cada momento. Para eso es fundamental estar presentes en el aquí y ahora. Comprender con la mayor objetividad posible lo que ocurre, sin teñirlo con nuestros deseos o con condicionales («si pasara tal cosa..»). Esto es lo que se llama el procesamiento equilibrado del Liderazgo Auténtico. Desde ahí se toman las decisiones del día a día asegurándonos de que corresponden a la vida que queremos vivir, que incluye tener bienestar hoy, incluso cuando la decisión está orientada a construir el bienestar del mañana.
Necesitamos ser siempre conscientes de que cada decisión construye nuestro futuro, pero sin olvidar que la vida transcurre sólo en el ahora. Si nuestras decisiones sólo se centran en construir el futuro, menospreciando el bienestar presente, no son decisiones inteligentes.
Cada vez que sacrificamos bienestar presente a cambio de felicidad futura estamos pagando al contado un bien que nos entregarán dentro de un plazo. Cuanto más largo e incierto es ese plazo más arriesgada es la operación.
La armonía está en que nuestras decisiones de hoy construyan la vida que queremos tener. Pero también la vida que queremos tener hoy, no solo la vida que queremos tener en un futuro que, por desgracia, podría no llegar nunca.
Excelente reflexión Regino, la felicidad está en uno mismo, no en el entorno, afortunadamente… Somos más poderosos de lo que imaginamos.
Gracias por compartirlo