El año pasado, más o menos por estas fechas, estaba en Kerala, en el suroeste de India, indagando y experimentado con el Ayurveda, la medicina tradicional India.
Hoy me acordaba de una conversación con uno de los doctores. Me contaba que con muchos occidentales tenía diálogos más o menos como este:
-¿Está usted bien?
-Sí. No me puedo quejar
-¿Ningún problema de salud? ¿O quizás anímico?
-De salud, perfecto. De ánimo, pues con algo de estrés. Pero nada fuera de lo común. ¿Quién no tiene estrés? Ya le digo, estoy muy bien.
-Entonces se queda dormido nada más meterse en la cama, duerme del tirón y se despierta repleto de energía…
-Hombre, tanto como eso no… A veces me cuesta dormirme. Y no siempre me levanto con tanta energía…
-Y sus digestiones son siempre perfectas…
-Casi siempre. A veces tengo algo de acidez. Otras me siento un poco pesado…
-Y nunca le duele la cabeza, ni la espalda, ni ninguna articulación…
-La cabeza a veces… Y la espalda, las noches que duermo mal…
-Disculpe, le había entendido que de salud estaba perfecto…
A lo cual, según me contaba el doctor, solía seguir un silencio reflexivo. Incluso antes de mencionar que «estar estresado, como todos», tampoco se corresponde a «estar bien».
Minimizar o ignorar cualquier cosa que nos aleja de sentirnos genial es engañarnos a nosotros mismos.
Si nos cuesta conciliar el sueño o éste no es profundo y reparador, no es lo normal. Puede ser lo habitual, pero no es normal. Es señal de que hay algo que reparar.
Si estamos nerviosos, tensos o estrésados, por mucho que nos hayamos acostumbrado a ello, no es normal: hay algo que resolver.
Si nos duele algo, si nos sentimos desmotivados, si nos falta energía, si estamos abrumados o frustrados, por mucho se se trate de algo soportable o cotidiano, no es normal: hay algo que resolver.
Sea físico, como un dolor, o emocional, como la pereza, la frustración o el mal humor, todo lo que no sea de verdad estar genial es una luz de alarma que nos avisa de que tenemos algo que resolver. Si queremos tomar decisiones inteligentes, la primera decisión necesaria es resolver ese algo.
Una de las características clave del liderazgo auténtico es la conciencia de uno mismo. Y esto implica darse cuenta de lo que va mal en nosotros y asumir la responsabilidad de resolverlo. No olvidemos que cuando hablamos de liderar, primero va el saber liderarse a uno mismo y luego el liderar a otros.
Si no estás genial, aplícate a lo que necesitas resolver.