Sabes que estás en tu verdadero camino (en el camino con corazón que el yaqui Juan Matus enseño a Castaneda) cuando los inconvenientes (que siempre surgen) ni te alteran ni te desaniman.
Hay que aprender a no preocuparse. Si lo que ocurre no sólo no estaba en el plan, sino que parece ir contra el, la pregunta a hacerse es cómo continuar la andadura. Y por supuesto seguir caminando. Si surge el desánimo, si el camino deja de tener sentido, es el momento de preguntarse por el nuevo rumbo a tomar (y no mantener el anterior, que ya no es nuestra causa, sólo porque un día lo fue).
Enfadarse con lo ocurrido, negar la realidad, imaginarse una diferente o remar contra corriente por algo en lo que ya no creemos, pero que nuestro ego se niega a abandonar por miedo a la palabra fracaso, son las actitudes que llevan, precisamente, a fracasar. Y a sufrir.
En cada situación, como escribió Castaneda, pregúntate a ti mismo y sólo a ti, ¿tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno. Si no, de nada sirve.