El liderazgo es una actitud ante de la vida. Su impacto en quienes rodean al líder hace surgir el compromiso para con él y, sobre todo, con su causa.
Observar lo que hacen o dicen los líderes a quienes admiramos nos permite identificar y definir estilos. Podemos crear clasificaciones de comportamientos y analizar su aplicación en diferentes tipos de situaciones. El ejercicio quizás resulte inspirador. Sin embargo, es raro que seamos capaces de reproducir con éxito esas formas de hacer.
Como actitud ante la vida que es, el liderazgo se gesta dentro de la persona. Sólo a través del trabajo interno aflorarán los comportamientos que influyen positivamente en los demás y crean el liderazgo hacia un bien común.
Joseph Campbell escribió: “Para cada hazaña que se realiza en la Tierra, hay otra primaria y más importante que ha sucedido en el laberinto de nuestro interior”. Ese recorrido por el laberinto interior es el Camino del Héroe.
Cada vez que conquistamos una nueva perspectiva, comprendemos un poco mejor quienes somos o establecemos una conexión diferente, hemos avanzado en el Camino del Héroe. Esos avances son los que hacen crecer lo que se ve desde fuera: aquello que los demás reconocerán como nuestro liderazgo.
Los Héroes que recorren este Camino son los líderes de verdad. Para mí, hay ocho elementos que los distinguen:
- Autenticidad
La consciencia permanente de nuestros anhelos, valores y necesidades, junto a la capacidad de formar un equilibrio sano entre ellos y cada situación. Eso es lo que nos permite mostrarnos y actuar como quién realmente somos. Las personas que nos rodean nos perciben entonces como honestos y cercanos, con independencia de las formas, que pueden o no ayudar, pero jamás sustituir. De ahí resulta la confianza que nos permite influir en los demás.
Autenticidad también es saber que lo que llamamos nuestro carácter (patrones, perspectivas, creencias…) es tan solo un conjunto de pensamientos, no quién realmente somos. Sólo desde esa perspectiva nuestra adhesión a nuestro carácter es consciente y voluntaria, y por lo tanto auténtica.
- Sentido
La capacidad de dar sentido a cualquier cosa que ocurra. No se trata de encontrarlo sino de elegirlo. Dar sentido a cualquier situación que enfrentemos es, como dijo Viktor Frankl, la única libertad que nadie nos puede arrebatar.
Cuando somos capaces de aportar sentido, creamos, para nosotros y para los que nos rodean, la motivación esencial. Damos respuesta válida a la pregunta “¿para qué el esfuerzo?”.
- Servicio
Necesitamos ganarnos el “permiso social” para influir en otros. Y éste sólo se obtiene estando al servicio de un bien común.
Guy Kawasaky propone tres categorías de servicio que conducen al “permiso social”: aumentar la calidad de vida, arreglar algo erróneo o preservar algo bueno. Sólo con componentes así en nuestra causa, y nuestro explícito servicio a los mismos, conseguiremos el compromiso de los demás.
- Generosidad
Lo fundamental para el líder es la causa, no liderar la causa. Generosidad es no dudar en dar pasos a los lados; dejar brillar a otros; acompañarse de quien sabe, no de quien está de acuerdo; renunciar al corto en aras del largo. Anteponer, a fin de cuentas, la causa, el sentido, a cualquier beneficio personal. Sólo así se consigue la fidelidad de los mejores.
- Perspectiva propia
Establecer nuestra propia comprensión de cómo son los hechos, las conexiones más o menos ocultas y las relaciones entre las personas.
A la perspectiva propia se llega cuestionando con curiosidad todo lo que se observa, sin olvidar revisar nuestros propios sesgos. Se obtiene así a una comprensión cada vez más profunda, desapegada y ecuánime de lo que ocurre, imprescindible para tomar decisiones.
- Visión
Ninguna causa depende sólo de las decisiones de un líder. Todas las personas que la alimentan toman día a día sus propias decisiones. Los líderes diseñan el futuro y a ese diseño se le llama visión. La visión da la imagen del escenario final, en el que la causa ha dado sus frutos. Jack Welch decía: “los buenos líderes crean una visión, la articulan, la cultivan con pasión y trabajan para hacerla realidad”. La visión, cuidada así por el líder, proporciona la guía para que todos los que participan en la causa tomen decisiones alineadas.
- Coraje
Coraje, porque ser auténtico requiere el valor de ser el único juez de uno mismo.
Coraje para aprender escuchar a los demás con curiosidad y desapego, tanto cuando nos alaban como cuando nos critican.
Para cuestionarse las creencias establecidas, propias y ajenas.
Para desafiar el status quo y romper normas que han dejado de tener sentido.
Para arriesgar todo lo ya conseguido, incluida la seguridad.
Para aceptar las pérdidas.
Coraje para no abandonar nunca el Camino del Héroe, ya que éste nunca termina.
- Actuar
Actuar con decisión, que no está reñida con la gentileza y el cuidado. Sí lo está con la inercia.
Mediante conversaciones, no con discursos. Incluso cuando se habla para muchos.
Con humildad: mostrar lo que uno tiene y es, y ponerlo a disposición.
Con vulnerabilidad. No hay mayor signo de fortaleza.
Con intención, con el “corazón correcto”, con una idea clara de para qué actuamos, con el sentido y la causa en mente.
Con conciencia del impacto que causamos. Nada que hagamos o dejemos de hacer es neutro.
Actuar disfrutando, con humor, con diversión. Importante, solemne, profundo, serio, trascendente, crucial… Ninguna de estas palabras son sinónimo ni de aburrido ni de sufrimiento.
A medida que los ocho elementos fallan, el liderazgo se vuelve mediocre. Los líderes mediocres:
- Se muestran mediante gestos o declaraciones. Hablan de lo que harán o harían. No hay verdaderas acciones.
- Muestran fuerza y decisión ante lo fácil o ante el débil, no ante los problemas reales.
- Aceptan las perspectivas y creencias comunes como parte de una realidad sólida y las convierten en imposiciones que no se atreven a desafiar.
- Imponen el beneficio personal al bien común, generando redes de clientelismo.
- No entienden sus propias reacciones, aunque sean capaces de generar una lógica para justificarlas, y desconocen el impacto real que causan.
- Se sienten inseguros y, para protegerse, se rodean de quienes se muestren de acuerdo y brillen menos que ellos.
Todos lideramos nuestra propia vida. Todos lideramos a alguien (un país, una empresa, una familia…). No podemos elegir no ser líderes.
La elección que sí podemos hacer es ser líderes mediocres o ser Héroes.
Hace unos meses tuve el honor de trabajar con el equipo de liderazgo de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU. Mientras preparaba esta entrada, uno de sus miembros me envió un artículo firmado en The Economist por Zeid Ra’ad Al Hussein, Alto Comisionado para los Derechos Humanos hasta el pasado 1 de septiembre. Tuve la oportunidad de conocerle en mi trabajo con ellos y, sinceramente, me impresionó. El artículo es valiente y, a mí, su lectura, me ha resultado inspiradora y fuertemente relacionada con esta entrada: Grassroots leaders provide the best hope to a troubled world.
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