Sigamos hablando de las decisiones que podemos tomar para incrementar o mantener nuestro bienestar. Hoy toca el pilar del bienestar con el nombre mas incómodo. Absorción o flow o engagement… No me gusta ni en inglés ni en español. El nombre. El concepto me encanta.
Alcanzamos el flow (ya que ningún nombre me convence me quedo con el más corto) cuando realizamos una actividad que nos absorbe por completo. En ella perdemos la noción del tiempo, mantenemos de forma natural una concentración total y no sentimos nada. No es divertido, no es alegre, no es relajante… tampoco es lo contrario. Estando en flow dejamos de sentir. Somos. Ni más ni menos.
Así como la capacidad para experimentar y mantener emociones positivas puede variar mucho de persona a persona (escribía sobre ello hace un par de días: emociones-positivas) todos tenemos una alta capacidad de flow.
Creo que a todos nos es fácil reconocer alguna actividad (profesional o no) que nos lleva a ese estado. Para mí lo son, por ejemplo, la práctica del Kyudo (tiro con arco tradicional japonés), la escritura (incluido este blog), el estudio de algunos de mis temas favoritos (psicología arquetípica, mitología, religiones comparadas…) o el diseño de algún nuevo curso. También entro en flow con facilidad trabajando con las manos: reparando algo, haciendo alguna chapuza en casa.
Para contribuir con nuestras decisiones a nuestro bienestar es importante procurarnos actividades en las que aparezca el flow. Para ello es importante tener en cuenta los tres siguientes puntos:
- Estar en flow no es lo mismo que estar entretenido. Una película o un libro nos entretiene. El flow requiere que seamos activos. Siguiendo con mi ejemplo, no es lo mismo, leer un buen libro de mitología (entretenido) que investigar diferentes mitos a los que sospecho un significado común para ponerlos al servicio de una conferencia sobre liderazgo o incluso sólo por el placer de entenderlos. Lo segundo implica acción, no solo recepción. (También me encanta ver una buena película, pero eso no es flow).
- El estado de flow no depende del resultado. No tiene nada que ver con el logro. Es muy habitual que lo que nos permite entrar en estado flow sea algo que hacemos bien, incluso que acabemos siendo expertos en ello. Pero eso es una consecuencia, no una característica del flow. Si lo dudas, te puedo enseñar algunas de mis reparaciones: siempre funcionales, pero nada estéticas.
- El tercero tiene que ver con lo que ponemos en juego en las actividades que nos llevan al estado de flow: siempre son nuestras fortalezas. Los experimentos demuestran que al poner nuestras fortalezas al servicio de algo que para nosotros es importante la entrada en flow es más que probable. Eso a mí me explica que entre en flow arreglando algo sin disponer de las piezas y herramientas realmente necesarias (mis fortalezas están relacionadas con la creatividad y la conexión) y no haciendo lo que suele llamarse un «trabajo fino» (la paciencia, el sentido de la estética en cuanto a proporciones y colores y la orientación al detalle no forman parte de mi bagaje de fortalezas).
Incrementaremos nuestro bienestar si buscamos activamente las actividades que nos permitan estar en flow (tanto en el trabajo como fuera de él) y tratando de abordar el resto de tareas desde nuestras fortalezas, incrementando así las posibilidades de que nos lleven a ese estado de absorción que aumenta nuestro bienestar.