Nunca han estado tan de moda la intuición y las emociones.
Creo que se ha cruzado el límite del malentendido. ¿Es importante reconocer las propias emociones y entenderlas? Fundamental. Pero, ¿en qué momento se dijo que eso esté reñido con pensar?
La intuición existe. ¿Es conveniente escucharla? Sin duda. Pero para considerarla, no para obedecerla ciegamente. La intuición es otro tipo de pensamiento, por tanto procede de nuestros procesos mentales. En resumen: no es infalible.
Sugiero especial atención cuando la intuición recomienda justo lo que más se parece a nuestros patrones de comportamiento habituales («tal vez debería confrontar, pero mi intuición me dice que no es el momento»; «quería que las cosas fueran tranquilas, pero mi intuición me dijo que tocaba dar un puñetazo encima de la mesa»). ¿Intuición o justificación del camino más fácil?
La intuición siempre es un destello instantáneo, no proviene de ninguna lógica consciente. Si llegas a tu intuición a base de pensar demasiado (me fastidia que el castellano no tenga una palabra equivalente a la elegante overthinking) posiblemente tan solo estés racionalizando una decisión pobre.
Conozcamos y reconozcamos nuestras emociones. Pero no dejemos de pensar. Estemos atentos a nuestra intuición. Pero no creamos que es infalible ni la usemos para justificar decisiones pobres. O para ahorrarnos precisamente ese trabajo: el de pensar.
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