Los que me conocen saben que llevo bastante tiempo hablando de empezar este blog, “Desde el sentido”. Tanto que no me ha quedado más remedio que preguntarme cuál es mi excusa favorita para no hacerlo.
¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que te detiene cuando no consigues empezar algo nuevo?
Hasta ahora he defendido muy bien las razones para no empezarlo. La ignorancia sobre las plataformas técnicas. La preocupación por un grado de exposición muy superior al que estoy acostumbrado. La indecisión sobre el estilo más adecuado. Mis dudas sobre la disponibilidad del tiempo suficiente para mantenerlo vivo…
Podría seguir con la lista, pero sería aburrido e innecesario. Todos los elementos de esa lista me hablan del miedo a hacerlo mal.
A medida que pasa el tiempo y cosechas éxito o, cuando menos, eficacia en tu labor profesional, crece el rechazo a hacer algo en lo que el riesgo de no estar a la altura sea evidente. Pero nuestro ego evita reconocerlo y nos nutre de estupendas excusas para no abordarlo.
Todos nos creemos abiertos al cambio, a la transformación, a probar lo nuevo. Pero muchas veces no encontramos el momento de pasar a la acción y demostrarlo. Otras tantas nos adentramos en la incertidumbre de la novedad, pero armados con las ideas, formas y mañas de siempre. Nos lanzamos, pero aferrados a nuestra experiencia igual que lo hacíamos con la tabla de corcho con la que nos enseñaron a nadar.
Mi conclusión es que la única solución es saltar. Al vacío, confiando en que algo habrá que nos sustente, o a la piscina, pero sin tabla de corcho. Lo que mejor te resulte como metáfora, pero saltar.
El blog “Desde el sentido” ya está aquí, pero según escribo, en un tren entre Dusseldorf y Colonia, cuaderno con páginas sin pautar, siento que este es un salto tan necesario como pequeño.
Puesto a ser puntilloso, no podré decir que he saltado hasta que esto esté en la red, tras un tecleado en el portátil que me servirá de revisión. Pero sé que ocurrirá porque acabo de darme cuenta de un salto mayor que estoy posponiendo. Como si (debe de ser el verano, sigo con la metáfora de la piscina) después del primer salto de cabeza y sin tabla, el profesor de natación cortase mi creciente orgullo con un rápido vistazo al trampolín de tres metros.
Llevo años impartiendo talleres de desarrollo del liderazgo a ejecutivos de empresas. Casi el mismo tiempo que llevo diciendo que quiero ofrecer también talleres abiertos que me den la ocasión de trabajar con cualquier persona interesada en mejorar su forma de entender la realidad, de establecer relaciones de influencia (liderar es influir positivamente en los demás), de buscar su propia causa como persona o encabezando una organización, de desarrollar una visión de futuro, de su futuro, y de pasar a la acción para construirla.
Sin embargo, ahora que todo está dispuesto para dar ese salto, me doy cuenta de que llevo varios meses retrasándolo con un listado de razones parecido al que escribí líneas arriba.
Para mí, la clave para lanzar el blog ha sido aceptarme de nuevo como un principiante. Un principiante sin más expectativa que la de aprender recorriendo un nuevo camino.
He abandonado lo que mi experiencia profesional me recomendaba (mirar otros blogs, el famoso benchmarking; definir un público objetivo; establecer un plan…) y lo he substituido por una sola idea: escribir el blog que a mí me gustaría leer. Y no preocuparme por si seré el único al que le apetecerá semejante lectura.
Me viene a la memoria una entrevista en la que Fernando Fernán Gómez decía algo así como “no conozco en España a una sola persona con vocación de actor. Ni una. Eso sí: con vocación de actor de éxito, ¡muchísimas!” (léase con voz rotunda, como la del actor, y cierto deje de mala leche para completar el efecto).
Encuentro sabiduría en esas palabras. He conseguido el pequeño salto de comprometerme con este blog pensando en escribir el que a mí me gustaría leer, no el que triunfará. He decidido comprometerme ahora, no cuando esté debidamente preparado para el salto. En eso consiste el espíritu del principiante que te permite saltar.
Me toca aplicar lo mismo al salto desde el trampolín. Empezar los programas de liderazgo abiertos, con otro tipo de participantes, con diferentes mecánicas, con todas las incertidumbres. Ya, no cuando se alineen los planetas, que tienen la mala costumbre de alinearse poco a menudo y nunca exactamente a nuestro gusto. Hacer los programas a los que a mí me gustaría asistir. Saltar.
Ojalá estas líneas te sirvan para reflexionar si tienes algún salto pendiente, o si permitirte ser de nuevo principiante en algo te ayuda. Si es así, me encantará que me lo dejes saber.
¿Qué mejor música para acompañar esta reflexión que Absolute beginner de David Bowie? Disfrutémosla.
Enhorabuena por ese salto. Como lectora, estoy segura de que aprenderé muchísimo de ti, de lo que compartas, de tus reflexiones… De momento, lo que he visto y leído, me encanta.
Y yo me apunto revisar «mis saltos», «mis excusas» y, como dices, confiar «en que algo habrá que nos sustente».
Un abrazo!!
Ah! Por cierto… acabo de comprar tu libro. En cuanto empiece las vacaciones, lo empiezo!!
Gracias por las dos cosas!
Deseando que me cuentes qué te parece El secreto de los silvanos
Profundo y transparente, me gusta! Enhorabuena!!!!! Voy al siguiente!
Gracias, Mabel!
Enhorabuena… y ya era hora que te dejases ver más por dentro. Je,je… Espero ansioso más reflexiones de alguien a quién admiro. Un abrazo grande.
Un abrazo, Carlos!
Regino enhorabuena!! Gran persona, inspirador… pero sobre todo medalla de oro en triple salto mortal!!
Muchas gracias,Llanos! Nos vemos pronto
Bien hecho y enhorabuena por hacerlo.
Te seguiré con entusiasmo!!
Gracias Mariaje!
Enhorabuena Regino! Ni te imaginas lo identificada que me he sentido con tus palabras.
Mi mente, mi principal saboteadora. Como bien dices, no queda otra que saltar al vacío. Las condiciones nunca serán perfectas.
Te iré siguiendo.
Un abrazo
Un abrazo, Patricia!
Enhorabuena por este Salto! Seguro que merece la pena! Compartir siempre es muy gratificante y seguro que tienes mucho que transmitir.
Gracias!
Paloma
Gracias Paloma. Un beso
Hola Regino,
Hace unos días que descubrí tu blog, a través de tu web Wave-8 y mi propósito es leer todos los posts que hayas publicado. Por ahora he leído el de Sherlock Holmes, el de las Naciones Unidas y éste…. y he de decir que me haces reflexionar mucho. Quiero mejorar mi liderazgo ( trabajo en una consultora y llevo equipos a cargo ) pero primero quiero mejorar mi autoliderazgo, ya que como bien dices en el post de Sherlock, mi forma de entender el mundo, mis prejuicios, son el velo que no me deja ver la realidad desde otra perspectiva.
Muchas Gracias por compartir tus reflexiones, tu sabiduría y tus dudas acerca de cuándo saltar, porque las tenemos todos. Ahora mismo sé que debo saltar, pero no sé hacia dónde o con qué propósito….
Un Saludo.
Hola Elena
Me alegro mucho de que mis artículos te estén gustando. Muchas gracias por decírmelo.
Sin duda, no hay liderazgo hacia los demás si no nos lideramos a nosotros mismos primero. Esa es la importancia del autoliderazgo, que veo que tú tienes clarísima.
Te deseo lo mejor con ese salto que dices que tienes pendiente. Estamos en contacto.
Un abrazo