Si apuntas el objetivo de la cámara al cielo del norte y dejas el obturador abierto durante diez o doce minutos, tendrás una fotografía llena de pequeños segmentos de luz que tu ojo verá como círculos o espirales en torno a un pequeño punto de luz: la estrella Polar.
Todos tenemos una estrella Polar. Podemos llamarla propósito o causa. A menudo me gusta llamarla sentido. Un para qué, una razón de ser.
La coherencia nos pide que todo lo que hacemos gire, como las estrellas, alrededor de ese para qué.
Si fotografías tu vida, todo lo que la compone (tu trabajo, los libros que lees, la gente de la que te rodeas, tu forma de descansar y divertirte, las conversaciones que tienes, tus hobbies, la manera en la que cuidas de ti mismo…), ¿aparece girando en torno a un centro que te da sentido y al que puedes llamar tu causa?
En unos minutos saldré a hacer una fotografía de cielo como la que describo arriba. Si la consigo, acompañará a una entrada más larga sobre mi forma de responder a esa pregunta. Espero poder compartirla en la sección Reflexiones en pocos días.
Y ahora, voy a pasar un buen rato con la cámara