Quizás ha sido la tormenta. Quizás el cansancio después de un buen día de caminatas.
Conduciendo, ya por la tarde, entre Fribrugo y Baden -Baden, he recuperado una sensación muy antigua. Es una imagen. Me veo en mi barrio de Madrid, vaqueros y cazadora negra, cuando ya por fin refresca y la noche cae un poco antes. Esa imagen, los veranos de hace mucho tiempo me traía, sigo sin saber por qué, la esperanza del otoño. El otoño siempre ha sido para mí el principio. Igual que el norte el refugio. Asociaciones extrañas, campo de emociones sin explicación, pero con sentido. El otoño es el principio, quizás del año, seguro de algo.
Las noches son aún muy cortas, pero el retorno de esa imagen perdida anticipa la mística de otoño. Releo las entradas de este diario y todas apuntan a lo mismo.
Hace un año, casi por estas fechas, volvía de un retiro sintiéndome en un umbral. Hora de dejarlo atrás.