¿Qué vida merece la pena vivir? La pregunta la lanzó James Joyce en su casi incomprensible Finnegans Wake, pero, ¿quién no se ha hecho esa pregunta a sí mismo unas cuantas veces?
Hay una respuesta universal: la vida que merece la pena es la que te hace feliz, aquella en la que te sientes en plenitud. Precisamente por universal, por genérica, esa respuesta no tiene valor práctico. No podemos dejar de estar de acuerdo, pero no nos ayuda a tomar decisiones.
A lo largo de la historia y en diferentes culturas han sido nuestros referentes los que nos han ayudado a tomar decisiones vitales. Las personas nos hemos dejado guiar por los mitos colectivos (el ejemplo de dioses, héroes, santos o triunfadores), o por los mitos personales (progenitores, familiares, amigos o mentores). En ambos casos con el riesgo de aniquilar la propia autenticidad como pago por la guía recibida.
Precisamente autenticidad es la palabra clave para esa felicidad que tiene la vida que merece la pena ser vivida. Inspirado en Joseph Campbell, diré que para mí, plenitud es la certeza de estar haciendo aquello que nos hace ser auténticos. En cada momento. Como forma de ser.
Descubrir nuestra autenticidad y, desde ella, relacionarnos con el mundo que nos rodea para mejorarlo es el camino del héroe. Y sobre ese camino seguiré escribiendo en las próximas entradas.
Un bálsamo tus palabras. Una llamada de atención hacia lo impietante. Qué difícil a veces resulta ser coherente en la vida, tanto a nivel prifesional como personal.
Gracias.
Isabel
Muchas gracias, Isabel. Me alegro mucho de que te haya gustado.